El deporte salva, lo sabemos, o eso creo, pero nunca tomamos conciencia del todo, hasta que los sobrevivientes de una tragedia lo pasan en carne propia, y viven para contarlo. El 13 de octubre de 1972 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló contra la Cordillera de los Andes en territorio chileno. Era el equipo de rugby del Old Chistians Club de Montevideo que viajaba, junto a algunos familiares y amigos, a jugar un partido. Lo que esos chicos, llenos de ilusiones, sueños deportivos, materias por rendir en la facultad, con madres y padres que los esperaban para seguir acompañándolos, hermanos y hermanas que nunca más tuvieron un abrazo, no sabían, era que solo dieciséis de ellos volverían a pisar suelo uruguayo. El avión partió de Montevideo rumbo a Santiago, pero debieron pasar la noche en Mendoza, Argentina, ya que las condiciones climáticas no permitían continuar el viaje, y al día siguiente, decidieron retomarlo. Las malas condiciones no cesaron, pero el avión despegó nuev
El Mundial de Fútbol Sub 20 se está disputando en Argentina, y eso conlleva un gran revuelo en todo el país. Cientos de jóvenes promesas del deporte, que están dando sus primeros pasos con sus seleccionados, están jugando en nuestro suelo. Mucho se ha hablado en el último tiempo acerca de cómo llegan los equipos a la cita mundialista, cuáles son los nombres más determinantes, dónde juegan y cómo lo hacen, de dónde vienen y cuál será su futuro. Pero poco se habla de la cuestión académica. Estos son chicos que tienen entre 17 y 20 años, la gran mayoría, algunos de ellos quizás no han finalizado sus estudios secundarios, y mucho menos iniciado en un nivel universitario o terciario. Por eso me pregunto, ¿ qué esperamos de estas generaciones? ¿Que jueguen al fútbol y ya? ¿Que puedan desarrollarse en el ámbito profesional fuera del deporte? ¿Cuántos chicos piensan en un futuro más allá del fútbol? Y no hablo de dejar el deporte, todo lo contrario. Es posible llevar adelante una vida depo